En la literatura podemos encontrar todos los temas que imaginemos: vida, muerte, enfermedad, amor, odio, sexo, etc. La lista es infinita y, sin embargo, resulta ser muy exclusiva. Nihil sub sole novum [“No hay nada nuevo bajo el sol” (Eclesiastés 1.9)] dice el antiguo proverbio en La Biblia. En todas las obras literarias los encontraremos, unos más que otros, pero ahí estuvieron, están y estarán. Es labor del escritor adecuarlos a su época, darles nuevo significado, apropiárselos y hacerlos suyos para luego ser parte del ya famoso canon literario. Pareciera que todos los temas son aprobados por los lectores o la academia misma ¿pero en verdad sucede esto?
Existen ciertos temas que se han considerado tabú y no son recibidos satisfactoriamente: feminismo, los chicanos, los LGBT, lo queer, las parafilias, por mencionar algunos. De acuerdo, son temas que en estos momentos están tomando mucha fuerza, sin embargo, ésta no fue posible sino hasta mediados del siglo xx con los movimientos de liberación sexual, los hippies, entre otros. En este trabajo me centraré en el homosexualismo.
A lo largo de las distintas corrientes literarias han existido autores homosexuales cuya obra ha trascendido más allá por su valor literario que si por la preferencia sexual de los escritores. Si bien resulta ser un dato “curioso” al momento de estudiarlos, no quiere decir que toda su producción esté centrada en la homosexualidad. Autores como Federico García Lorca, Luis Cernuda, Constantino Cavafis, André Gide, Jack Kerouac, Paul Verlaine, Arthur Rimbaud, Oscar Wilde, Salvador Novo, Marcel Proust, Manuel Puig, son un claro ejemplo.
De la lista anterior destacaría a un escritor que en vida casi no tuvo tanto éxito, pero después de muerto autores como Luis Cernuda o E.M. Forster difundieron su obra. Me refiero a Constantino Cavafis.
La poca obra que logró publicar en vida oscila entre 1891 y 1904. Periodista y funcionario de profesión, Cavafis utiliza la poesía para demostrar su sensibilidad ante la cotidianidad de la vida. Con clara influencia de los parnasianos y simbolistas, la obra de dicho autor es exigente, madura, con elementos de la cultura grecolatina y en algunos casos existente de cierta ironía.
La sexualidad en la poesía de Cavafis toma una particularidad la cual me lleva a realizar dicho trabajo. Si bien a lo largo de sus poemas se llega a insinuar un poco de erotismo, sólo es en cinco poemas donde se aborda la homosexualidad. Dichas creaciones literarias nos presentan un escenario moderno o histórico que están unidos más con la sensibilidad que con el acto sexual mismo. Los poemas a tratar son: “A la entrada de un café”, “El escaparate de la tabaqueria”, “Una noche”, “Permanencia” e “Imeno”.
Cayetano Cantú, estudioso y traductor de la obra de Cavafis, nos menciona su opinión al respecto de la sexualidad y el homosexualismo en los poemas del autor:
Cavafis presenta la sexualidad como una parte de su amplia posibilidad de cambio e inestabilidad, y es aquí donde los poemas personales y los poemas políticos tienen una semejanza.
Cavafis habla exclusivamente del amor homosexual debido a que éste carece de la posibilidad siquiera de estabilización que da una institución como el matrimonio y deja ver la crueldad de los problemas inherentes a las relaciones humanas, que son representativas de la heterosexualidad.
El primer texto que comentaré será “A la entrada de un café”:
A LA ENTRADA DE UN CAFÉ
Algo que se dijo junto a mí
me hizo mirar a la entrada del café.
y vi un bello cuerpo, que parecía
como si Eros en su maestría lo hubiese creado,
formando cada parte felizmente,
levantando su altura escultural,
modelando tiernamente la cara,
y dando, con sólo un toque de sus dedos,
una bella impresión en la cejas,
seducción en los ojos,
e invitación en los labios.
En el poema anterior leemos en primera instancia la casualidad de la situación. El yo lírico se introduce al café. Es un algo que alcanza a escuchar lo que provoca volverse. ¿Cuántas veces no nos ha pasado que, cuando uno llega a un lugar, es interrumpida su acción por algo que ve o escucha? A través de los sentidos, el poema se va desarrollando. Primero nos encontraos con el oído, posteriormente es la mirada quien se centra en el cuerpo de un joven. Como es costumbre en su creación poética, Cavafis utiliza temas mitológicos, así como situaciones y personajes. En este texto, el autor hace una comparación, más bien, una alusión a la belleza del joven como si fuese una creación hecha por parte de Eros. A manera de la exphrasis, el poeta escribe el proceso del nacimiento del muchacho como si se le estuviera esculpiendo y, a manera de los retratos barrocos, se describe de la cabeza a los pies. Aquí el momento culmina en la seducción que emanan los ojos para llegar a la invitación de los labios.
El siguiente poema a tratar es “El escaparate de la tabaquería”
EL ESCAPARATE DE LA TABAQUERÍA
Estaban entre la muchedumbre
cerca del luminoso escaparate de la tabaquería.
Sus miradas se cruzaron por accidente,
tímidamente y con sobresalto expresaron
el ilícito deseo de su carne.
Dieron unos cuantos pasos sobre la acera,
Sonrieron y asintieron levemente.
Y después el carruaje cerrado…
La carnal cercanía de sus cuerpos,
la unión de sus manos, el encuentro de sus labios.
En este poema el yo lírico nuevamente participa como el que mira la acción. Si bien en otros poemas hay la interacción por parte del que observa y el que es observado, siempre son dos personas. Aquí el poeta ve a una pareja de jóvenes que se encuentran en el escaparate de la tabaquería. La visión toma fuerza una vez más por otra casualidad. Las miradas se entrecruzan entre las tres personas. Son miradas que denotan timidez por un lado y por otro la invitación a la carne. Nótese la manera en cómo Cavafis la expresa: “el ilícito deseo de la carne”. Pareciera que el mismo yo lírico censurara la acción pero no es el caso. Se vuelve cómplice de los dos amantes. Existe un rompimiento en el espacio y el tiempo marcado por el espacio tipográfico. Posiblemente ahora nos encontremos en la mente del yo lírico al fantasear con el encuentro sexual entre los dos jóvenes. Es sutil la forma en que lo enuncia: “La carnal cercanía de los cuerpos / la unión de sus manos, el encuentro de sus labios”. Nuevamente, Cavafis cierra el poema con el contacto de los labios.
La noche ahora tomará importancia en el siguiente poema. Ya no será la típica noche romántica que fue usada como recurso amoroso o como escenario de aquellas situaciones extrañas e inusuales para la razón, más bien es la noche que cubre una calle sucia que remitiría a las descripciones baudelerianas de París:
UNA NOCHE
La habitación era barata y sórdida,
escondida en los altos de una taberna equivocada.
Desde la ventana se veía la calle sucia y estrecha.
Desde abajo llegaban las voces de los obreros
jugando cartas y divirtiéndose.
Y allí, en la usada y ordinaria cama,
tuve el cuerpo del amor,
me embriagué con los rojos y voluptuosos labios.
Y ahora, cuando lo escribió después de tantos años,
solo en la casa, me embriagan otra vez.
En una habitación sórdida , sucia, nuevamente cerca de una taberna, donde se observa la suciedad de la calle y las voces de los obreros que se divierten al jugar con cartas, nos encontramos ante una cama particular. Es el espacio donde fue posible la consumación del amor; aparece la embriaguez del acto mismo. Los labios surgen otra vez, pero en esta ocasión ya no son los que invitan, sino que el poeta les da color y forma “rojos y voluptuosos labios”. Tampoco es el momento en ese preciso instante, sino que se vuelve un recuerdo que todavía le causa placer.
Con los tres poemas anteriores “A la entrada de un café” y “El escaparate de la tabaquería” y “Una noche” podemos leer y observar varias similitudes. La primera de ellas ese el juego espacial evidente. Como recurso lírico, se nos adentra en el espacio en los dos primeros versos y, posteriormente, conocemos la situación que da pie al poema. A través de casualidades, la acción de ver se vuelve de importancia. Otra de las similitudes es el remate del poema; los tres hacen referencia al beso. Por un lado está la alusión de que los labios invitan al contacto, por el otro ya es el acto mismo y al final el recuerdo que se vuelve presente.
Los siguiente dos y últimos poemas presentan una particularidad que es importante resaltar antes del comentario y análisis. Cavafis ya no sugiere los temas, sino que se vuelve, si se me permite la expresión, más atrevido en su forma poética.
PERMANECER
Debe de haber sido la una o la una y media
En un rincón de la taberna, tras la división de la madera,
aparte de nosotros, nadie.
La lámpara apenas iluminaba.
El mesero dormía cerca de la puerta.
Estábamos tan excitados que nada nos importaba.
Nuestras ropas entreabiertas…—no usábamos mucha
por el excesivo color del mes de julio.
Goce de cuerpos semidesnudos,
contacto rápido de pieles,
visión de lo que ocurrió hace veintiséis años
y que ahora permanece en el poema.
Dividido en cuatro partes marcadas por el espacio tipográfico, el yo lírico nos introduce en una hora en particular: la una o una y media. Sin embargo, no se especifica si es de la tarde o de la madrugada. Me atrevo a decir que es en la madrugada por la segunda estrofa. De nuevo es una taberna el espacio que usa el autor. Se encuentra sola salvo tres personas: el tabernero, otra persona y el yo lírico. Es aquí donde confirmaría que es en la madrugada porque el tabernero se encuentra dormido y la lámpara se está consumando. En un tercer momento el yo lírico introduce la excitación que sentían los dos y que no importaba si la explotaban en ese momento. El calor de los cuerpos se fusiona con el calor del ambiente. Por último es la relación por sí misma; no hay desnudez total, hay fricción rápida de los cuerpos y para sorpresa del lector es algo que paso a hace veintiséis años y cobra mucho mayor fuerza al ser grabado en el papel.
Por último nos encontramos ante el poema “Imeno”:
IMENO
“…El placer sensual enfermo
y adquirido en forma desviada
debería ser más apreciado;
raras veces se encuentra el cuerpo capaz de sentir
lo que se requiere:
enfermo y corrupto, proporciona
una intensidad erótica, desconocida a la salud…”
Extracto de una carta
escrita por el joven Imeno (de familia patricia),
célebre en Siracusa por su libertinaje
en los desenfrenados días de Miguel Tercero.
A manera de la “falsa autoría” se nos presenta este poema. Sólo me detendré en la primera parte del mismo, ya que es ahí donde se observa principalmente la sexualidad. Nos encontramos ante el énfasis de la intensidad de los momentos. Es evidente la situación de libertinaje dentro de las palabras que Imeno usa en su carta. El placer se vuelve enfermedad y es esta enfermedad que se adquirió por algo “desviado”. Es importante recordar que los libertinos utilizan esa expresión para sus gustos sexuales: “ser un desviado”. El estar enfermo y corrupto, sin embargo, son causantes de llegar al éxtasis del placer erótico.
Cavafis, Constantino, Poemas (1911-1933), México: UNAM, 1999.
————————-, Poemas ocultos, perdidos y olvidados, México: UNAM, 2000.