Fue una absoluta sorpresa volver a saber de ti y, para gusto mío, a través de tu primera novela. Me encantó. No me vayas a mal interpretar cuando digo que “para gusto mío” haya sido porque lo hice por medio de un objeto y no en persona. Imagino que estarás con muchas preocupaciones en estos días. Bueno, creo, más bien, que así estamos todos. Entre las compras navideñas, así como el miedo a una nueva devaluación de la moneda. Sinceramente yo no sé qué es lo que está pasando porque tengo el mal hábito, lo reconozco, de no leer ni ver noticias. Nunca me ha interesado. El propósito de esta carta no es hablar de malos presagios, sino de cosas buenas y me estoy desviando del tema.
Me atrevo a decir que en vez de estar analizando aquellas obras para mi tesis, pasé los últimos días leyendo tu libro. Agradezco de todo corazón esa muestra de afecto al haberla enviado y con una dedicación tan particular, amorosa y, sobretodo, sincera. Creo que, al final, lo que importa, y aunque suene ya como lugar común desgraciadamente, es ese empujoncito para lograr lo que uno se propone.
No me gustaría que me juzgues por lo siguiente que tengo que confesarte. Al parecer poco a poco he desarrollado una afición hacia la Guerra Civil Española y, por lo tanto, al franquismo. Desde cómo se fraguó, pasando por las distintas manifestaciones literarias que, si me permites la digresión, son significativas para la historia de España, hasta el momento de la muerte de Franco. Tampoco quisiera sonar panfletario, sin embargo me da coraje saber que se perdió a un gran poeta que luchaba por grupos de minorías, si los podemos llamar de esta forma en esa época. Homosexuales, gitanos, negros, por mencionar algunos y que físicamente no me agrada, pero tiene un no sé qué que queda balbuciendo como dirá nuestro querido amigo San Juan de la Cruz. ¿Es que acaso nunca nos podrán aceptar sin que nos etiqueten? Agradezco la ayuda que me has brindado.
O qué me dices de los gritos de guerra poéticos de Miguel Hernández en donde la poesía influía en los jóvenes que luchaban por ver una España libre. ¿Sabes qué es lo que me sorprende? Durante el movimiento armado lo que más se producía era la poesía y, por otro lado, cuando Franco establece su “gobierno” pasa cierto tiempo para que Cela, Laforet, Delibes, entre otros, cuenten su visión a través de las novelas y vaya que no son sencillas ni dinámicas. Pareciera que ya no habría representaciones en la poesía, ya que los autores tardaron en madurar y asimilar el momento. Es muy distinta la forma en cómo los escritores españoles, los americanos, como Hemingway, y los mexicanos abordan el franquismo en su producción. Nuevamente pido una disculpa, no puedo apartar mi formación literaria.
Qué manera tan peculiar de narrar la situación de los exiliados en México. Bueno, me estoy adelantando un poco en la historia. El trayecto de España a Francia y luego hacia México nos dan los distintos panoramas de las culturas y personas que lograron escapar y, no muy agradable de decirlo, abandonando su patria. Espero, de corazón, que no me toque nunca una situación así. Aunque no esté muy a gusto con distintas acciones cuyas verdades no se conocen, no logro imaginar cómo sería el que yo viviera como exiliado o refugiado en un país cuya cultura desconozca y no se vuelva parte de mí.
Corrígeme si me equivoco, pero noto que en Julián existe mucha intertextualidad hacía el homónimo de Stendhal. Jugando con la metátesis de dos fonemas, uno líquido y vibrante, adecuas al que, supongo, se consideraría un apellido español. Además que cuando llegan a Francia, Julián consigue Le rouge et le noir. Sería fantástico encontrar un libro con tu nombre en el personaje principal. No recuerdo haber leído uno con el mío
En un principio tuve conflicto con quién estaba narrando la historia, pero con los coloquialismos españoles, poco a poco me fui familiarizando y hasta puedo decir que lo he solucionao. Pobresico, dirías, mas con las distintas atmósferas, el juego con el diario que se volvió luego la voz de Lorenzo o así como las platicas de tu narrador a Franco, que a mi parecer, es un capítulo donde el sarcasmo y la ironía no son necesarias y, sin embargo, son evidencia y producen una fantástica crítica. Me gustó la idea que Hitler fue derrotado porque ambicionaba todo el mundo y Franco sólo España. Como dices: “Total, España eres tú”. He ahí el porqué de su victoria: un objetivo en particular.
Me intriga el personaje de Lázaro, o ¿es que es toda tu novela y no sólo este personaje? Sé que tu ascendencia es de origen español y por lo tanto, tienes muchos sociolectos de ese país. Me aventuro a decirte que es una novela autobiográfica, empezando porque Lorenzo nace el mismo día que tú.
Ya imagino tu reacción a esta carta. Seguro has de pensar “este wey por qué no me marca en vez de mandarme esto, en pleno siglo xxi y en la misma ciudad”. Bueno, yo contestaría porque casi no te encuentro en casa, ya sea por tu tesis o porque andas de viaje. Me gustaría saber cuándo te dejarás ver, porque siempre que acordamos vernos o porque se te olvidaron las llaves dentro del coche mientras te lo lavaban, o por situaciones en la universidad se tiene que cancelar. Un café o una comida, yo la preparo ya que dicen que cocino rico, ¿cómo ves?
No es necesario que te dé nuevamente mi dirección, porque fue a la que mandaste tu libro, y como podrás notar, sigue siendo la misma. Del teléfono, aún estoy en duda si lo cambio o no, ya no me gustó porqué está roto. Pero tienes el de mi casa. Casi no estoy, pero me llegan los recados.
Me despido y espero gustoso tu llamada para platicar mejor sobre cosas que, inclusive, pueden ser banales. Espero, como tú dices, “que te vaya bomba” y que produzcas más cosas como éstas, que es lo que nos compete.