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Algo a partir de «Ya sabes mi paradero» de Anamari Gomís

Posted in Crítica, Cuento, Reseña on marzo 28, 2012 by alanasm

Querida amiga:

 

Fue una absoluta sorpresa volver a saber de ti y, para gusto mío, a través de tu primera novela. Me encantó. No me vayas a mal interpretar cuando digo que “para gusto mío” haya sido porque lo hice por medio de un objeto y no en persona. Imagino que estarás con muchas preocupaciones en estos días. Bueno, creo, más bien, que así estamos todos. Entre las compras navideñas, así como el miedo a una nueva devaluación de la moneda. Sinceramente yo no sé qué es lo que está pasando porque tengo el mal hábito, lo reconozco, de no leer ni ver noticias. Nunca me ha interesado. El propósito de esta carta no es hablar de malos presagios, sino de cosas buenas y me estoy desviando del tema.

Me atrevo a decir que en vez de estar analizando aquellas obras para mi tesis, pasé los últimos días leyendo tu libro. Agradezco de todo corazón esa muestra de afecto al haberla enviado y con una dedicación tan particular, amorosa y, sobretodo, sincera. Creo que, al final, lo que importa, y aunque suene ya como lugar común desgraciadamente, es ese empujoncito para lograr lo que uno se propone.

No me gustaría que me juzgues por lo siguiente que tengo que confesarte. Al parecer poco a poco he desarrollado una afición hacia la Guerra Civil Española y, por lo tanto, al franquismo. Desde cómo se fraguó, pasando por las distintas manifestaciones literarias que, si me permites la digresión, son significativas para la historia de España, hasta el momento de la muerte de Franco. Tampoco quisiera sonar panfletario, sin embargo me da coraje saber que se perdió a un gran poeta que luchaba por grupos de minorías, si los podemos llamar de esta forma en esa época. Homosexuales, gitanos, negros, por mencionar algunos y que físicamente no me agrada, pero tiene un no sé qué que queda balbuciendo como dirá nuestro querido amigo San Juan de la Cruz. ¿Es que acaso nunca nos podrán aceptar sin que nos etiqueten? Agradezco la ayuda que me has brindado.

O qué me dices de los gritos de guerra poéticos de Miguel Hernández en donde la poesía influía en los jóvenes que luchaban por ver una España libre. ¿Sabes qué es lo que me sorprende? Durante el movimiento armado lo que más se producía era la poesía y, por otro lado, cuando Franco establece su “gobierno” pasa cierto tiempo para que Cela, Laforet, Delibes, entre otros, cuenten su visión a través de las novelas y vaya que no son sencillas ni dinámicas. Pareciera que ya no habría representaciones en la poesía, ya que los autores tardaron en madurar y asimilar el momento. Es muy distinta la forma en cómo los escritores españoles, los americanos, como Hemingway, y los mexicanos abordan el franquismo en su producción. Nuevamente pido una disculpa, no puedo apartar mi formación literaria.

Qué manera tan peculiar de narrar la situación de los exiliados en México. Bueno, me estoy adelantando un poco en la historia. El trayecto de España a Francia y luego hacia México nos dan los distintos panoramas de las culturas y personas que lograron escapar y, no muy agradable de decirlo, abandonando su patria. Espero, de corazón, que no me toque nunca una situación así. Aunque no esté muy a gusto con distintas acciones cuyas verdades no se conocen, no logro imaginar cómo sería el que yo viviera como exiliado o refugiado en un país cuya cultura desconozca y no se vuelva parte de mí.

Corrígeme si me equivoco, pero noto que en Julián existe mucha intertextualidad hacía el homónimo de Stendhal. Jugando con la metátesis de dos fonemas, uno líquido y vibrante, adecuas al que, supongo, se consideraría un apellido español. Además que cuando llegan a Francia, Julián consigue Le rouge et le noir. Sería fantástico encontrar un libro con tu nombre en el personaje principal. No recuerdo haber leído uno con el mío

En un principio tuve conflicto con quién estaba narrando la historia, pero con los coloquialismos españoles, poco a poco me fui familiarizando y hasta puedo decir que lo he solucionao. Pobresico, dirías, mas con las distintas atmósferas, el juego con el diario que se volvió luego la voz de Lorenzo o así como las platicas de tu narrador a Franco, que a mi parecer, es un capítulo donde el sarcasmo y la ironía no son necesarias y, sin embargo, son evidencia y producen una fantástica crítica. Me gustó la idea que Hitler fue derrotado porque ambicionaba todo el mundo y Franco sólo España. Como dices: “Total, España eres tú”. He ahí el porqué de su victoria: un objetivo en particular.

Me intriga el personaje de Lázaro, o ¿es que es toda tu novela y no sólo este personaje? Sé que tu ascendencia es de origen español y por lo tanto, tienes muchos sociolectos de ese país. Me aventuro a decirte que es una novela autobiográfica, empezando porque Lorenzo nace el mismo día que tú.

Ya imagino tu reacción a esta carta. Seguro has de pensar “este wey por qué no me marca en vez de mandarme esto, en pleno siglo xxi y en la misma ciudad”. Bueno, yo contestaría porque casi no te encuentro en casa, ya sea por tu tesis o porque andas de viaje. Me gustaría saber cuándo te dejarás ver, porque siempre que acordamos vernos o porque se te olvidaron las llaves dentro del coche mientras te lo lavaban, o por situaciones en la universidad se tiene que cancelar. Un café o una comida, yo la preparo ya que dicen que cocino rico, ¿cómo ves?

No es necesario que te dé nuevamente mi dirección, porque fue a la que mandaste tu libro, y como podrás notar, sigue siendo la misma. Del teléfono, aún estoy en duda si lo cambio o no, ya no me gustó porqué está roto. Pero tienes el de mi casa. Casi no estoy, pero me llegan los recados.

Me despido y espero gustoso tu llamada para platicar mejor sobre cosas que, inclusive, pueden ser banales. Espero, como tú dices, “que te vaya bomba” y que produzcas más cosas como éstas, que es lo que nos compete.

Aproximaciones a «El eterno femenino» de Rosario Castellanos

Posted in Crítica on marzo 12, 2012 by alanasm

Y yo me sigo preguntando por qué. ¿Por qué leer algo que nunca me ha interesado? De acuerdo, necesito conocer para poder decir en verdad si es lo mío o no. Es como cuando de niños nos dicen con la comida o alguna actividad “si no lo has probado, cómo puedes decir que no te gusta”. Sabias palabras de nuestros padres y ahora, después de haber leído la obra, nuevamente afirmo que no me gusta. No es prejuicio de mi parte, simplemente cada vez que oigo esos apellidos evito acercarme a ellos: Castellanos, Arredondo y Garro.

Recibo el libro con indiferencia, no hay emoción de mi parte al dar vuelta a las hojas, sin embargo, continuo está acción porque necesito conocer el todo para poder hablar del mismo o de algún fragmento. Voy en el metro leyendo sobre la repugnancia a la relación sexual. Miro hacia arriba, giro los ojos, regreso a regañadientes a la lectura. ¿Por qué se ve al mismo acto como algo asqueroso?, me pregunto. Recuerdo la fecha de publicación: 1974. Los movimientos estudiantiles en diversas ciudades del mundo ocurrieron. Se puede hablar de un “pre-sesentayocho” y un “post-sesentayocho”, como un parte aguas en la historia mundial. Recuerdo, también, que México es reconocido por sus costumbres y su ambiente familiar. ¡Claro! La familia es lo importante en esta repugnancia, ya que sigue lo que la religión postula. La iglesia dice que el sexo sólo se debe de realizar para fines reproductivos y si se disfruta se cae en el pecado, la perversión, la mujer se vuelve ante la sociedad una perdida, una cualquiera, una zorra. ¡Cómo es que se va a volver a repetir se acto…asqueroso, no me volverás a tocar en mi vida!, recriminan a sus maridos. No entiendo cómo es que se sigan creyendo preceptos que ya perdieron vigencia, como el “Miércoles de ceniza”, por ejemplo, pero ya es entrar en otro terreno que aquí no compete.

Ahora estoy sentado en la camioneta para llegar a casa y leo sobre la lucha generacional entre la madre y la hija que cree estar encinta sobre cómo se debe desarrollar y proceder para que el bebe nazca sano, fuerte y blanco, ¿verdad? Quién es la que vence…sin duda, la madre al decir que ella tiene la experiencia por haber dado a luz, por lo tanto se debe de seguir íntegramente lo que ella dice. ¿Por qué las expresiones “está enferma de niño” o “ya casi se alivia”? ¿Que no anatómicamente estamos hechos para eso, entre otras tantas cosas? De nuevo la carga religiosa: “Parirás a tus hijos con dolor”. ¿Y si no quiero tener hijos? Ah, pues eres infértil, frígida, sin corazón. Bueno, entonces tendré uno. ¡Uy!, cómo crees, lo vas a mal criar, mejor la parejita, ¿no? Mejor los hijos que Dios te de. Quién los entiende, no se puede hacer algo por gusto porque el otro no se siente satisfecho.

Llego al segundo acto y me llevo la sorpresa que utiliza mujeres históricas para el desarrollo de uno de los tantos sueños del personaje femenino, obviamente, principal. Creo que me molesta el insistente lesbianismo de Sor Juana. Castellanos establece que la atracción se debe desarrollar delicadamente. De acuerdo, la escena se desarrolla a oscuras y las dos mujeres no se ven. Clara confunde a Juana como hombre porque se cortó, como solía hacer, su cabellera. El travestismo se hace presente. ¿Qué no es algo que impera en el siglo XIX y, a la vez, es deleitable al lector? ¿Entonces por ser la Décima Musa se debe de tocar ese tema con “pincitas”?

Lo único que consideraría acertado e interesante es el juego de las pelucas en el tercer acto. Tengo sueño y continúo leyendo. Digo que es acertado por las máscaras que ya Paz hablaba 24 años antes. El comportarse de cierta manera en ciertos espacios, otro travestismo social. Digo que es acertado, por el sencillo elemento de las pelucas. Son distintas posturas, distintas vidas y distintas posibilidades. Desde la querida, hasta la prostituta, pasando por una mujer de negocios y la vida de soltera.

Hay humor en la obra, sí, mas no me divierte. Hay drama en la obra, también, pero no me identifico con ningún personaje. Hay denuncia, de acuerdo, mas no logra reflexionar a favor de la obra. Termina aburriéndome más que en un principio.

Cuando la crítica literaria se vuelve ad hominem

Posted in Crítica on marzo 7, 2012 by alanasm

En Letras Libres una crítica de Fernando García Ramírez sobre tres textos en particular: Alfabeto de las esfinges. Ensayos trasatlánticos de Adolfo Castañón; La brújula hechizada de Mauricio Montiel y El sueño no es un refugio sino un arma de Geney Beltrán. En dicha crítica, el autor presenta una postura que deja mucho que desear y decir al respecto de la labor crítica. ¿Se puede hacer una crítica interesante, decente y bien justificada de tres libros distintos en un solo escrito? Lo dudo. Un día después salió una respuesta por parte de Beltrán sobre dicha crítica con el título “No son molinos de viento” en Milenio. Al día siguiente, la autora sonorense Eve Gil publicó en su blog una entrada con un título, diría yo, bastante atractivo: “¿Qué carajos es un crítico literario? A propósito de la polémica en torno a Geney Beltrán” y por último, en el blog de Ignacio M. Sánchez Prado, una entrada titulada “Otro debate sobre la crítica”. Si bien los autores antes mencionados comparten su quehacer literario y en otros casos el lugar de nacimiento, no quiere decir que tengan la misma percepción ante la crítica. Aclaro que no estoy dignificando, a continuación expongo el porqué.

En el escrito de Fernando García Ramírez lo que impera son las citas y “jutificaciones” de sus ideas. Geney Beltrán debate los puntos que García expuso; se adentra en explicaciones y anotaciones de las cosa que el crítico no observó. Eve Gil considera como una grosería cuando se le menciona que es crítica literaria justo por el terrorismo verbal, apostando a favor de la escritura crítica de mujeres, reflexionando en torno al verdadero labor del crítico literario y, por último, Sánchez Prado nos presenta cuatro puntos que se deben considerar para hacer una crítica, así como su visión imparcial del problema suscitado y un anotación que es importante destacar: “Ensayo no es igual a crítica ni reseña es igual a crítica tampoco”.

La polémica indirecta al respecto, y dentro de las letras, es lo que Eve Gil se pregunta en su título “¿Qué carajos es un crítico literario?…” Comparto con ella su pregunta retórica, así como las dudas que se desprenden al respecto. En efecto, el crítico literario debe de conocer sobre el famoso canon literario de Harold Bloom, así como el rompimiento de las figura clásicas con las vanguardias, figuras retóricas, cuestiones de estilo, etc. Mas no debe hacer un ataque hacia al escritor como persona. Nos encontramos de nuevo ante la función del mismo. Es un mediador entre la obra literaria y el lector. También es claro que dicha actividad crítica tendrá distinto nivel riguroso y académico dependiendo el lugar donde se publicara, llámese cualquier revista o periódico de la ciudad.

¿Por qué se cree que el crítico literario es, y valga la expresión, “el malo del cuento”? Justo por escritos como el antes mencionado de García Ramírez en donde, en palabras de Beltrán: “Llega a la descalificación ad hominem. Así, su ejercicio crítico es irresponsable y cobarde. Falto de ética”. Es una “crítica”, más bien, hacia la persona utilizando la “academia” para justificar su nula lectura del libro.

¿Entonces el crítico debe de alabar el libro? Tampoco es la solución y, al respecto, Eve Gil menciona sobre la labor de críticos reconocidos como Evodio Escalante y Heriberto Yepez: “ellos no escriben sobre los libros y autores que odian, sino sobre aquellos que los apasionan…y cuando hablo de apasionamiento no intento decir que no sean despiadados con esos mismos libros y autores”. Interesante aseveración. ¿No es justo lo que hacía Emmanuel Carballo unos años atrás? Ha sido de los pocos escritores posterior a los años cincuenta que hablaba de aquellos elementos que hacían únicos a las nuevas propuestas editoriales. No hay que olvidar, tampoco, a un Antonio Alatorre, filólogo hispánico de corazón, que también destroza los libros. Es directo con sus comentarios, sí, y duro, también,  mas no lo hace por molestar, sino para sugerir una mejor y próxima edición y con sobrada razón.

Igual estoy de acuerdo con lo que propone Ignacio Sánchez Prado: de las respuestas en torno a la “crítica” de García Ramírez, la de Eve Gil es la mayor justificada: “La de Gil es sin duda más inteligente y mejor reflexionada, pero creo que la conclusión se queda muy corta”. La autora retoma una situación en particular y la eleva a una general que concierne a los críticos contemporáneos (Domínguez, Lemus, entre otros), así como a los escritores reconocidos y los jóvenes en ciernes. Aunque concluye con su postura feminista. El propio Beltrán entra en el juego de “me haces, te hago” que propuso García Ramírez; algo antes visto con Alatorre y Escalante, pero esa fue otra polémica.

Para concluir, me quedo con una cita de nuevo de Gil: “la auténtica crítica literaria en México está condenada a no ser reconocida como tal y, probablemente, a desaparecer”. Por desgracia es cierto, poco a poco la credibilidad de los críticos se ha perdido. “Críticas” y escritos como las de García Ramírez, por mencionar alguna, son las causantes de este luto en las letras. Sí, me refiero como Literatura, porque es necesario conocer el lenguaje, utilizarlo, jugar con él. Y si alguien lo duda, le sugiero que lea el poema “Las palabras” de Octavio Paz.

Una flecha en la poesía peruana contemporánea que no se puede destruir

Posted in Crítica on febrero 24, 2012 by alanasm

Texto leido en el homenaje al Dr. José Guillermo Vargas presidente de la Casa del Poeta Peruano (CADELPO) en el IV Encuentro Internacional de Escritores «Viva Veracruz» el 4 de noviembre en el Teatro Francisco X. Clavijero, Veracruz, Veracruz.

Somos nuestra memoria,

somos ese quimérico museo de formas inconstantes,

Ese montón de espejos rotos.

Jorge Luis Borges

 

Hablar sobre la poética o el quehacer literario de un escritor a partir de una sola novela, un libro de ensayos, de cuentos o un poemario sería un suicidio. Sin embargo, hacer aproximaciones a los temas recurrentes, tópicos, tropos o recursos que el autor maneja en uno solo sería más acertado. Algunos escritores o críticos literarios consideran a la poesía como simple vehículo de comunicación, otros como canto y no podría atreverme a decir cuál de los dos es correcto si es que existe esta afirmación; escritura ortodoxa o heterodoxa y que cada lector decida qué le gusta.

No está de más decir que son pocos los temas que existen en literatura y que cada autor tiene la obligación de modificarlos, hacerlos únicos, se sustenten por sí mismos y refiera, en la mayoría de los casos, aquellas lecturas, obras, textos que fueron importantes para cada escritor y su propia trayectoria. Textos que los volvieron suyos, leyeron, amaron, destrozaron u odiaron.

Si esto es más que claro, entonces podría decir que la visión de la vejez como voz primigenia en los poemas, esa constante añoranza, la vista a la juventud o las confesiones no podrían sorprender en la lectura de los mismos. Quebrar la flecha del tiempo con amorde José Guillermo Vargas (Chiclayo, Perú, 1938) edición trilingüe (español, inglés y francés) editado por Linajes Editores en 2009 sería un claro ejemplo.

Ya desde el título podemos hacer una aproximación sobre qué significa la trayectoria de la flecha que José Vargas nos propone romperla con el amor: el paso del tiempo sin duda. Y es que los 16 poemas que conforman este libro oscilarán entre los temas que antes ya listé y nos muestran nuevos sentires entorno a ellas.

Leeremos poemas donde el lector podrá decidir si se hace referencia a los personajes míticos como en el primero que abre el libro “Memoranda de Arianda”. Si bien el yo lírico del poema dialoga o exclama sus sentimientos hacia un tú, que en este caso es Ariadna, su recuerdo, su juventud, su estar con ella, hasta podría leerse como si fuera el mismo Teseo quien hablara.  Si recordamos el mito, es ella quien se enamora y lo ayuda a escapar del laberinto después de matar al Minotauro. Según Hesíodo, Teseo al no estar enamorado de Ariadna la abandona en las playas de Naxos mientras dormía. Siguiendo la idea de Rosario Castellanos en “Lamentación de Dido” en donde se lee:

“Y el incendio vino a mí, la predación, la ruina, el exterminio / ¡y no he dicho el amor!, en figura de náufrago. /Lo amé con mi ceguera de raíz, con mi soterramiento de raíz, con mi lenta fidelidad de raíz. / No, no era la juventud. Era su mirada lo que así me cubría de florecimientos repentinos. […] / Ah, sería preferible morir. Pero yo sé que para mí no hay muerte. / Porque el dolor —¿y qué otra cosa soy más que dolor?— me ha hecho eterna”. José Vargas retoma la visión a la distancia y es a partir de ese momento que el recuerdo viene tal cual como la última vez que se vieron, donde el pasado se vuelve el presente a partir de esa memoria.

Para la creación literaria, no sólo es necesario conocer o saber sobre qué se quiere tratar, sino la manera del cómo se va a escribir. En una rima abierta, sin preocupaciones por la creación de un soneto, una endecha, un romance, los poemas se crean a partir de la temática. En algunos casos los poemas se vuelven más cortos que en otros, provocando un ritmo de lectura en particular. Justo esto que comento se presenta en “Comunión” en donde el poeta utiliza la versificación corta y con poca puntuación lo que conlleva una lectura voraz de las palabras que expulsan en sentimiento de la Necesidad del yo al pedir un semejante a él, llámese brisa, llámese alma. O como en el poema “Cruzan cimitarras” donde de nuevo el ritmo frenético del poema está presente a partir de las acciones a manera de lista, lo cual nos llega a remitir, por ejemplo, a una lectura de Octavio Paz y su poema “Las palabras” o al “Poema 12” de Oliverio Girondo en Espantapájaros: “Se miran, se presienten, se desean, / se acarician, se besan, se desnudan, […] se muerden, se asesinan,  / resucitan, se buscan, se refriegan,  / se rehúyen, se evaden y se entregan”. Justo por esto, el ritmo del poema es tan penetrante, donde hay referencia sexual que culmina con orgasmo donde el poema se relaja  Y no sólo nos podemos quedar en este nivel, bajemos a uno más, en donde la construcción de cada palabra influye también, como en el caso de “Elegia para un día triste”. No solo con la selección y el orden distinto de las palabras se puede establecer el ritmo, también con los fonemas. Con el uso de los sonidos sibilantes, así como de los líquidos del español (s, l, r) el poema denota el lamento donde las acciones ajenas o generales en un principio se vuelven parte del yo lírico al final.

Hablemos ahora de un nuevo tema que hace referencia al espacio o, más bien, algunos autores lo manejan sólo como zona y otros como un elemento importante. Me refiero a la Casa. En Quebrar la flecha del tiempo con amor nos encontramos ante dos poemas donde este espacio se vuelve importante, no como un pretexto, sino como un objeto tangencial que ve, siente y se transpolan en él los sentimientos o pesares del que habla en el poema. Al respecto de la Casa, Gastón Bachellard afrima en Poetica del Espacio: “Porque la casa es nuestro rincón del mundo. Es —se ha dicho con frecuencia— nuestro primer universo. Es realmente un cosmos”. El primero de los poemas, “El lar envejecido”, que desde el título se nos dice que el viejo no es el que habla, sino del que se hablará. La casa es donde se pretende estar seguro de los males y demonios; irónicamente es en donde más se hacen presentes. O “La casa muere de pie” en donde el lamento del yo se hace presente al final del mismo: “Hoy al ver la Casa envejecida que ya no es mía, / me pregunto con pasmosa estupidez: / ¿Se puede ser feliz llorando las ausencias?”.

¡Qué mejor manera de hablar del paso del tiempo a partir de dos elementos que son el calendario y el espejo! Con el uso de éstos dos, “La memoria del espejo” se hilvana a partir de, por un lado: “El calendario repta impunemente” y  que se repite al final como algo constante y que penetra: “Y el calendario, reptando impunemente…” donde el poema se vuelve cíclico, y por otro, el espejo en donde las personas observan en su semblante cómo pasa el tiempo en ellos. Como díría Juan Luis Panero: “Dura ha de ser la vida hasta el instante / en que veles tu memoria en este espejo” o Sor Juana Inés de la Cruz en su soneto que dedica a la pintura “Éste que ves, engaño colorido” que terminado con el conocido “es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.”, que al mismo tiempo hace referencia a Luis de Góngora y Argote.

Nos acercamos al final del poemario y no puedo dejar pasar el poema “Zarabanda del abuelo”. Así como en “Comunión” es clara la expansión corta de los versos, aquí es lo contrario. Poema con mayor tono confesional por parte del yo lírico viejo ante la juventud e inocencia de un niño, la escritura oscila entre la prosa por lo largo de los mismos. Como si fuera tanta la información que se necesita dar que hacen falta palabras y espacios para poder expresarlo. Y si hay confesiones, en “The End” existe ahora una reflexión a partir del verbo “Existir” que como diría Fiodor Dostoievski: “El secreto de la existencia no consiste solamente en vivir, sino en saber para que se vive” o José Saramago: “Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos. Sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir”. Y José Vargas atinadamente nos expone: “Existir, / presentimiento extraño / de acabarse todo.”.

Por último está “Maldita descripción de Jano” cuyas situaciones se contraponen y chocan como empezaría el poema: “Hay en mi / una serie ordenada de incongruencias: / el bien y el mal se suceden, entremezclan… / en tropel de peces cargados de silicios” y es de nuevo la presencia del ser mitológico que provoca esa duda y comparación entre ambos polos, por un lado bueno, por otro sobre los pecados y los dos en conjunto hablan de un todo que se concluye en “ser Jano / de única / careta.”

Quebrar la flecha del tiempo con amor de José Guillermo Vargas es una clara muestra que, como diría Alejandro Campos Oliver en su prólogo, “Él es el oficiante de la poesía que la hace su forma de vida, que arde, como aquel que esculpe su sangre con versos y que por el amor muere en un trayecto apostando siempre por la vida, por el hombre”. En fin, una flecha que, a pesar del tiempo mismo, no puede ser destruida o desviada y, por esto mismo, lo festejamos en este encuentro.