Archivo de febrero, 2012

Fabiola

Posted in Cuento on febrero 29, 2012 by alanasm

Comer carne es la mejor forma de excitación que encuentro en mi ser.  Desgarrar con mis colmillos cada fragmento, mientras que mi lengua siente los distintos sabores. Triturarla con mis muelas es aún mejor. Siento la fuerza que en verdad tengo.

 

He terminado de comer. El corazón de Fabiola estuvo delicioso.

 

Cosas random sobre Alan Saint Martin

Posted in Varios/Humor on febrero 28, 2012 by alanasm

1. Come mucho y se enoja cuando tiene hambre.
2. Lee mucho
3. Trabaja en Zona Rosa (no vendiendo cuerpo)
4. Escribe cuentos.
5. Era miembro del consejo editorial de la revista Freim!
6. El primer libro que leyó fue «El principito».
7. Le han publicado varios cuentos.
8. Tiene una novela en dictamen.
9. Se sabe el «Padre nuestro» en latín.
10. Es bueno con el sarcasmo y la ironía.
11. Si alguien le cae mal, se lo hace notar y se desquita.
12. A los 2 años, se enterré una pala de madera en la garganta y por poco queda mudo.
13. Al principio es muy serio.
14. Adora el ajenjo.
15. Quisiera beber laudano y fumar opio.
16. Ha salido del closet.
17. Ha salido del closet de los decimonónicos.
18. Su tesis de maestría es sobre Fruta verde de Enrique Serna.
19. Enrique Serna se subió a su coche.
20. Imita muy bien las voces de las personas.
21. Le gusta el cine de terror.
22. Le gusta el ánime, principalmente que sea gore y de vampiros.
23. Ha hecho cosplay de Alucard. Al respecto tiene una almohadita y una manta.
24. Le han llamado «antinatural».
25. Tiene tres perforaciones.
26. Tiene cinco tatuajes.
27. Sabe encuadernar de varias maneras.
28. Se enajena cuando puede con los videojuegos.
29. Ha trabajado en un museo.
30. Empaquetó cuadernos.
31. A los 3 años dio su primer recital de piano.
32. Su mente parece zona de guerra.
33. Adora las hookas.
34. Su cama está al ras del suelo.
35. Es muy gritón…
36. Quiere ir a un cine XXX.
37. Fue al concierto de Madonna.
38. Su hijo se llama Max, es un pointer y es gris (su coche).
39. Le gusta traer el cabello largo.
40. Ha descubierto que genéticamente soy más femenino.
41. Es bastante obsesivo.
42. Se enamora fácilmente.
43. No le gusta esperar.
44. Lo han asaltado varias veces.
45. Por poco lo llevan detenido.
46. Se sabe diálogos y canciones de Disney.
47. Adora «La espada en la piedra» y «Aladdin»
48. Tieno muchos peluches de Mickey Mouse, principalmente el aprendiz.
49. Detesta repetir las cosas.
50. No soporto las arañas.
51. Prefiere escuchar.
52. A primera vista parece ser muy mamón.
53. Cuando es necesario, es mamón.
54. Le gustan los videojuegos.
55. Se sorprende con facilidad.
56. No le gustó que se muriera Julián.
57. Lleva cuatro años fuera del nucleo familiar.
58. Hizo un inventario de mis libros (título, autor, editorial, corriente, género)
59. También de las películas (título, director, género)
60. Ama Star Wars.

Mi identidad como la de una matrioshka:
 La muñeca rusa de Alicia Dujovne Ortíz.


Posted in Reseña on febrero 28, 2012 by alanasm

Ha sido tantas, ha tenido tal chorrera de nombres,
Ivone, Patria, Maria Ivanovna, María de la Sierra,
Znoy, Madame Luisa, ahora María Luisa.
África de las Heras: a lo largo un desfile de carnaval;
hacia adentro, una muñeca rusa.

La muñeca rusa
Alicia Dujovne Ortiz

Imaginen el escenario que ustedes quieran, con la música de fondo, gente a su alrededor; un lugar que sea recurrente o que visiten seguido, ya sea café, restaurante, bar, etc. Luego, una persona se acerca a ustedes, comienza a hablarles, te presentas y ella responde: “Mucho gusto, mi nombre es María Luisa de las Heras y me interesa mucho su trabajo”. Sí, eso oyes, ¿pero en verdad es lo que está diciendo o el significado de esa presentación es, más bien, “Mi nombre real es África de las Heras, he tenido ya tantos y aún los recuerdo, soy espía de la KGB y veterana de la Guerra Civil en España. Mi objetivo eres tú”. Alicia Dujovne Ortíz en La muñeca rusa nos narra las situaciones que envuelven a tres personajes en torno a este escenario: África de las Heras, Felisberto Hernández, escritor uruguayo y Oleg amante e investigador de la obra de dicho escritor.

La historia de la narración es sencilla: una mujer espía le es encomendada conocer y lograr convencer a un escritor uruguayo que comienza a tener fama en París para que se casen, viajen a Montevideo y pueden establecer un centro de operaciones de espionaje en América latina. Para que la novela fluya, sin tropiezos, la autora se vale de distintos recursos narrativos.

El primero que es notorio desde el inicio de la novela es el tiempo en el que se está narrando: presente simple. ¿Por qué quisiera detenerme en este punto? Pareciera que es el tiempo con mayor sencillez dentro de la gramática española y es curioso porque es todo lo contrario; al tener siete funciones distintas, vuelven complicado el asunto. Una de dichas es el presente del hoy cotidiano que conocemos y usamos, otra es el que se conoce como “presente histórico” en donde los hechos que ya pasaron se narran como si estuvieran ocurriendo. El lector tendrá que decidir por gusto propio con qué versión se queda. Es decir, leemos la novela como si lo que se cuenta estuviera pasando justo en el momento en que los vamos descubriendo o bien, decir que es un recuerdo que se trae a un ahora para hacerlo único y propio.

Por otra parte, nos encontramos, también, con lo que se conoce como metaliteratura o la literatura dentro de la literatura. A lo largo de la novela observaremos dos tipos de narradores: el que presenta los hechos desde que abrimos el libro hasta que lo cerramos concluida la lectura y dentro de esta historia aparece Oleg escribiendo su diario. Hago referencia a este término teórico literario porque Oleg nos muestra varias escenas del pasado de África, así como su visión propia que puede llegar al fanatismo sobre la obra literaria de Felisberto. Textos como “El caballo perdido”, “El cocodrilo”, “Las Hortensias”, “La casa inundada” y La envenenada, Alicia Dujovne Ortiz, de manera atinada, selecciona los fragmentos que Felisberto escribió; de esta manera, conocemos una posible forma de ver, para los que no lo conoció, cómo fue en vida el autor.

También podemos hablar de la necesidad de otro en uno. Oleg escribe: “A veces me pregunto si no me estaré enamorando de Felisberto más que de África… o de los dos. Nosotros tres. Decirlo me produce una impresión extraña: nosotros tres, y yo en el vértice del triángulo, único sabedor de esta historia […]”.

El lenguaje no podría faltar por mencionarse. Si bien, Alicia Dujovne Ortiz escribe con la acentuación del cono sur, no quiere decir que sea una lectura difícil. Se vuelve deleitable, ya que así se crea la atmósfera de escuchar a los personajes tal cual como hablan sin tener que adecuar esos golpes de emisión de acuerdo al que nosotros utilizamos. De igual forma, las palabras que usa, características de cada lugar, nos ayudan a una mejor ambientación de los hechos.

Por otra parte, es interesante observar cómo Felisberto Hernández vuele a figurar dentro de una novela como personaje. Hace algunos años, aquí en México, salió la novela Las violetas son flores del deseo de Ana Clavel (editado por Alfaguara) y Felisberto como actante de la novela toma otro giro. En la novela mexicana, Felisberto se encuentra en un segundo plano, miembro de una orden o hermandad conocida como la Hermandad de la Luz Eterna con el objetivo de purificar los pecados y males de la Tierra. En la novela de Alicia Dujovne Ortiz, el escritor uruguayo aparece como una persona ordinaria, “castrado” en el sentido que no puede separarse de su madre aunque vivan en casa distintas, consciente de su trabajo como escritor en ciernes y espía radial, lo vemos dialogando, expresándose a partir de sus novelas o fragmentos que en ese momento trabaja.

Ya se han escrito varias historias sobre la guerra fría, la kgb, los espías como el caso de Bond, James Bond 007. En las novelas de Ian Flemming se nos muestra justo la visión del lado inglés y cómo los rusos tienden a ser los “villanos” de la historia y la Historia. En La muñeca rusa, es el caso contrario, se lee y se conoce todo el sistema soviético y cómo este opera en contra de las otras potencias.

Y como se lee en la cuarta de forros: “Como esas muñecas rusas que se ocultan una dentro de la otra, África ha sido muchas y siempre puede ser una más”. El constante cambio de identidades para ella puede demostrar el sentirse y no parte de un lugar y más al tener muchas identificaciones oficiales con distinta fecha de nacimiento, nombre y demás. Pero en esta novela no solamente se nos habla de las distintas máscaras que los espías o personas usamos en la vida diaria, sino que va un nivel más allá. Es una novela sobre el sentirse solo. Si bien, el tener una vida “normal” pareciera ser idílica, no necesariamente sea del todo correcta. Al no tener una identidad o, más bien, esconder la verdadera a través de unas nuevas dependiendo de la misión que se tenga que lograr, África de las Heras vive en esta constante soledad.

Alicia Dujovne Ortiz, La muñeca rusa, México: Alfaguara, 2010.

¿Puedo morder?

Posted in Poema on febrero 28, 2012 by alanasm

variación del poema “puedo tocar?” de e. e. cummings

¿puedo morder? —digo yo—

voy a gritar —dices tú—

sólo una vez —digo yo—

oh, qué delicia —dices tú—

¿puedo lamer? —digo yo—

¿cuánto? —dices tú—

mucho —digo yo—

¿por qué no? —dices tú—

(vamos —digo yo—

no muy lejos —dices tú—

¿dónde es lejos? —digo yo—

donde no estás —dices tú—)

¿puedo gritar? —digo yo—

(de qué modo? —dices tú—

así —digo yo—

si me besas —dices tú—

¿puedo gemir? —digo yo—

¿es amor? —dices tú—)

lo que deseas —digo yo—

pero tú matas —dices tú—

así es la vida —digo yo—

¿y tu esposo? —dices tú—

no lo sé —digo yo—

qué pena —dices tú—

(ay, sí —digo yo—

no te detengas —dices tú—

oh, no —digo yo—

más rápido —dices tú—

¿te viniste? —digo yo—

ajammm —dices tú—

qué delicia —digo yo—

soy tuyo —dices tú—)

¿Escritores personajes o personajes escritores? Dios, creo que ya me confundí

Posted in Ensayo on febrero 27, 2012 by alanasm

Escribo. Escribo que escribo. Mentalmente me veo escribir que escribo y también puedo verme ver que escribo. Me recuerdo escribiendo ya y también viéndome que escribía. Y me veo recordando que me veo escribir y me recuerdo viéndome recordar que escribía y escribo viéndome escribir que recuerdo haberme visto escribir que me veía escribir que recordaba haberme visto escribir que escribía y que escribía que escribo que escribía. También puedo imaginarme escribiendo que ya había escrito que me imaginaría escribiendo que había escrito que me imaginaba escribiendo que me veo escribir que escribo.
(Salvador Elizondo, El grafógrafo)

Escritores como Alberto Ruy Sánchez, Carmen Boullosa, Enrique Serna, Eduardo Antonio Parra, Mario Bellatín y Cristina Rivera Garza, son un puñado de autores que han sido reconocidos mundialmente por su trabajo escrito. Para el presente trabajo utilizaré a tres de ellos, dos mujeres y un hombre, en donde la metaficción aparece como un elemento importante dentro de su narrativa. A manera de desfile de modas y catálogo, presentaré fragmentos de distintas novelas para observar el manejo característico de cada autor.

Es necesario recordar como el tratamiento de la narrativa dentro de la narrativa no es invento de estos escritores. Textos como El libro vacío de Josefina Vicens (1958) y El hipogeo secreto (1968) de Salvador Elizondo, con diez años de diferencia, dan muestra que a mitad del siglo era una de las propuestas temáticas en las novelas: escribir como se escribiría un libro en donde el autor se vuelve parte del relato y los personajes dialogan con el narrador de la historia. No olvidemos que son textos que no nos cuentan una anécdota en particular, más bien, es una reflexión novelada entorno a dicho proceso.

Al primer autor que trataré será Alberto Ruy Sánchez con una de sus obras de su ya famosa tetralogía de Mogador: Los jardines secretos de Mogador (Punto de lectura, 2001). A manera de confrontación por medio de citas del texto se conocerá el estilo y el manejo de la metaficción.
En Los jardines secretos de Mogador, Ruy Sánchez nos adentra, nuevamente, al mundo mágico en donde el deseo, los baños árabes y la memoria se vuelven el hilo conductor de la historia. A manera de leyenda y, en cierto sentido, de novela policiaca y de investigación, la novela inicia:

En la Plaza Mayor de Mogador, un hombre traza un círculo imaginario con la mano extendida y se coloca en el centro. Más que un círculo es una espiral que arranca en sus pies. Levanta los brazos al cielo y convoca a los vientos. […]
Hoy vengo a contarles la historia de un hombre que se transformó en… […]
El halaiquí deja que casi todos digan algo Finalmente hace con las manos un gesto brusco que exige silencio. […]
—Se convirtió en una voz. Una voz que busca ser escuchada con especial atención por la persona que ama. […] Ese hombre tuvo que enfrentar varios retos para transformarse en esa voz de tierra. […]
Esta es mi historia… y nueve veces nueve comienza.

En una primera lectura conocemos que un se extraño contará una historia, su versión de la historia, que se repetirá al infinito al hacer referencia al número nueve. No es gratuita la selección de dicha cifra, ya que representa la inmortalidad. Por otra parte, el autor divide su obra en nueve partes. Entonces observamos que es la voz la que tendrá peso dentro de la historia. Nos encontramos ante un narrador homodiegético en donde hará las veces de narrador al contarnos algo.

A lo largo del texto observamos unas narraciones escritas a manera de prosa poética en donde el personaje principal de la novela, para retomar su vida sexual con su esposa, deberá narrar de la mejor manera posible los jardines secretos en toda la ciudad. Para conocer este otro estilo, doy paso a otra cita:

Déjame resucitar en tus dunas y fijarlas con mis raíces. Déjame oler en tu caja perfecta todo lo que de ti me embruja. Déjame sentir que incrustas en Mí todas tus maderas. Déjame ser prisionero orgulloso de todos tus movimientos. Déjame admirarte como si mil bosques y mares y desiertos hubieran sido invertidos en la perfección cambiante de tu belleza.

De esta manera podemos leer el erotismo característico del autor. Sólo en este tipo de fragmentos es cuando el personaje podrá utilizar sus dones poéticos para reconquistar a su amada. A lo largo de la narración existen imágenes que llevan a la reflexión y el aumento del deseo.

La novela cierra:

Porque en Mogador ya es la hora en que los amantes se encuentran y se cuentan historias.
El halaiquí que se hace llamar “El Jardinero” se niega siempre a decir si Jassiba fue seducida conquistada por sus historias o si sólo él fue seducido por el mundo de Jassiba y es conquistado siempre a decir sí cuando es no, a desear de forma laberíntica y a contar historias de la misma manera.

Sorpresivamente leemos que el viejo que el narrador que comienza la historia es el que cuenta, al final de la misma, su autobiografía. Entonces es el primer narrador homodiegético mutado a uno autodiegético.

La siguiente autora a la que quisiera hacer referencia es a Carmen Boullosa. Autora que pareciera no tener un freno en su producción literaria, nos comparte dos novelas en donde el juego de las narradores es importante:Cielos de la tierra (Alfaguara, 1997) y El complot de los Románticos (Siruela, 2009). En la primera novela no se toca tanto esta manera de narrar, sin embargo es importante mencionarla, ya que Boullosa habla de una novela no de autor, pero si de autores. Un editor, la misma autora y los tres personajes que dan voces a distintas situaciones de la novela son los actantes para el desarrollo de la misma.

En El complot de los Románticos el tratamiento es distinto y, principalmente, curioso. A lo largo del texto aparecen capítulos haciendo referencia a la intervención de la autora. Es aquí donde Boullosa entra como personaje, habla como autora y cede la palabra al sentirse cansada. El capítulo titulado “El pasar la toalla” es el claro ejemplo de esta situación:

—¡Un momento!
— Ningún momento. Te pasé la toalla y no regreso hasta que sea mi turno. Buena Suerte.
— Me dejas con problemas que no tengo por qué heredar. ¿ Cómo crees que voy a echar a andar hacia el sur juntos al florentino Dante, a una poeta gringa sin nombre, y a ti, una mexicana que vive fuera de México, y encima de mal tercio llevármelos montando ratas? No puedo hacerlo.

A manera de juego narrativo, Boullosa nos presenta una postura en donde todas las personas pueden ser escritores de alguna historia. Con alusiones a la vida misma de la autora, la confusión crece al momento en que todos los autores dentro de la novela intentan dar su visión de una situación. Son diálogos tan activos que sería fácilmente adaptarlos a un cortometraje.

Mas adelante en la historia, la autora da voz a Rosario Castellanos y a Alexander von Humbolt para dar su opinión al respecto de la obra ganadora del certamen literario. Así como a estos personajes que se encuentran en el limbo literario, se conoce un fragmento de la obra galardonada. La autora de nombre Dolores Veintimilla entra en escena. Entonces ya no es Carmen Boullosa real, ni ficticia, ni aquél escritor que tiró la toalla, si no que es una narración con distintas voces.

La última narradora que utilizaré será Cristina Rivera Garza con La muerte me da (Tusquets, 2007). Escrita a manera de thriller, nos encontramos ante una autora donde el lenguaje es lo importante. Al igual que los autores antes desarrollados, Rivera Garza se otorga la licencia de convertirse en personaje dentro de su propio relato. Insertando poemas de Alejandra Pizarnik, los propios textos de la asesina de la historia, reportes como nota roja, así como un artículo sobre la autora argentina, la historia se va conociendo poco a poco. Para hacer referencia al manejo del lenguaje y la polisemia cito el siguiente fragmento:

Pensé —y aquí pensar quiere en realidad decir producir una imagen— en los cuerpos castrados de los tres hombres jóvenes que habían aparecido desnudos y sangrantes sobre el asfalto de la ciudad. Pensé —y aquí pensar quiere en realidad decir oír el eco— en la palabra castración y en todas las referencias trágicas del término. Pensé —y aquí pensar quiere en realidad decir ver— en lo larga, en lo interminable, en lo incesante que era la palabra des-mem-bra-mien-to. Pensé —y aquí pensar quiere en realidad enunciar en voz baja— en el término asesinatos seriales y me di cuenta de que era la primera vez que lo relacionaba con el cuerpo masculino. Y pensé —y aquí pensar quiere en realidad practicar la ironía— que era de suyo interesante que, al menos en español, la palabra víctima siempre fuese femenina.

Es evidente el manejo lingüístico que Rivera Garza emplea para la construcción de su novela. Al escoger sólo un verbo, la autora comienza a jugar con distintos significados que a ella le resulta conveniente como parte de la trama de la historia. Además, insita al lector al ser cómplice de dichos juegos al reflexionar junto con ella sobre la acción de pensar. Con burla, la narradora de la historia muestra su sentir sobre la situación de los jóvenes castrados remitiendo a la separación silábica para hacer, aún más extensa, la palabra desmembramiento. Al igual de la ironía que la lengua española presenta como tal.

De cierta manera, realicé el recuento, no de los daños, pero sí de los escritores que, a mi parecer, presentan una mayor evidencia del manejo de la metaficción. Sólo son unas cuantas voces dentro de la creación literaria contemporánea. Sin embargo, nos dejan con una grata experiencia al leer, revisar y estudiar sus textos literarios.

Boullosa, Carmen, El complot de los Románticos, México: Siruela, 2009.
Rivera Garza, Cristina, La muerte me da, México: Tusquets, 2007.
Ruy Sánchez, Alberto, Los jardines secretos de Mogador, México: Punto de lectura, 2001.